¿Alguna vez te ha pasado que tienes que hacer algo importante, pero encuentras mil excusas para no hacerlo? ¿Qué ocurre cuando tenemos que preparar un trabajo, y lo vamos posponiendo para “después de” limpiar la casa, revisar el correo o ver un capítulo en Netflix?
Procrastinar podría definirse como el arte de dejar para mañana lo que podemos hacer hoy. Posponer una tarea importante que nos reportará beneficios a largo plazo, para realizar otra, que sólo nos brindará una satisfacción momentánea.
Todos, en algún momento, hemos aplazado alguna actividad que debíamos hacer, por otra que nos apetece más o nos resulta más placentera. El problema surge cuando este comportamiento deja de ser ocasional para convertirse en algo habitual.
Pero, ¿por qué procrastinamos?
Cuando tenemos que hacer algo importante, nuestra motivación se dispara, debido tanto a la novedad producida por el cambio de actividad, como al resultado que imaginamos que vamos a obtener. Sin embargo, esta motivación inicial no se mantiene a lo largo de toda la tarea, sino que va descendiendo, y cuando aparecen las primeras dificultades (por su complicación, por la atención que requiere o simplemente porque consideramos que nos llevará mucho más tiempo del que creíamos) nos invade una sensación de miedo (a no hacerlo bien o a que no nos dé tiempo de presentarlo en el plazo acordado), que nos incomoda y hace que percibamos la tarea como estresante.
En un intento por hacer desaparecer ese malestar, empezamos a buscar nuevas actividades que nos hagan sentir mejor (escuchar música, revisar el móvil). Sin embargo, el placer que nos generan, es momentáneo, pues al darnos cuenta de que no hemos realizado la tarea aún, aparece un gran sentimiento de culpa, que nos genera ansiedad. En un intento por librarnos de esa sensación, nos refugiamos, nuevamente, en actividades que nos ayuden a distraer nuestra atención de ese sentimiento de culpa (dar un paseo a la nevera, preparar café).
De esta manera, entramos en un bucle de sensación de malestar – evitación, del que nos resulta muy difícil salir. Procrastinar, es una conducta evitativa, en la que tratamos de evitar una sensación que nos incomoda, sustituyendo la tarea que nos genera estrés, por otras que nos aportan una satisfacción inmediata.
Pero ¿es posible cambiar esto? La respuesta es SI, procrastinar es una conducta, y como tal, se puede cambiar.
Estas son algunas estrategias que te servirán para dejar de procrastinar:
- Prepara el lugar en el que vas a realizar la tarea. Asegúrate de eliminar de tu zona de trabajo todos los distractores (como el móvil)
- Márcate una meta final (preparar un examen) y a partir de ahí, divide la tarea en pequeños objetivos (número de temas a estudiar cada día), y esos a su vez, en otros más pequeños (número de temas a estudiar por la mañana)
- Ponte plazos para cumplir esos pequeños objetivos (temas 1 y 2, de 10h a 14h), pero sé realista, no te marques plazos imposibles (temas 1 al 10, entre las 10h y las 12h), pues sólo lograrás frustrarte al ver que no lo consigues.
- Empieza siempre por la tarea más difícil, dejando para el final, aquella que te resulte más sencilla. (si el tema 2 te resulta más complicado, empieza por él)
- Haz pequeños descansos programados a lo largo de la tarea, pero siempre durante un tiempo pautado de antemano (20 minutos). Para asegurarte de que cumples con ello, conecta una alarma para que te avise del fin del descanso, y vuelta a la tarea.
- Recompénsate por cada pequeño objetivo logrado (un café después de acabar de estudiar el tema 1 y 2)
- Si en algún momento notas una sensación de malestar, puedes tratar de aliviarla con ejercicios de relajación o simplemente para durante unos minutos, pero nunca la sustituyas por otra actividad. Cuando te sientas mejor, retoma la tarea.
La clave para evitar procrastinar está en enfrentar esa sensación de malestar, en vez de evitarla. Recuerda que procrastinar no es un rasgo de personalidad, simplemente una conducta que sólo tú puedes cambiar.
Espero que esta publicación te haya servido de ayuda.
Si tienes alguna duda o sugerencia, escríbeme al correo clinicaprincipado@gmail.com
Hasta la semana que viene, ¡Feliz fin de semana!
Patricia Pereles Montes