5. Anotaciones

CÓMO GESTIONAR LOS CONFLICTOS FAMILIARES EN NAVIDAD

Esta noche de Nochebuena, las familias se reúnen en torno a una gran cena, esperando que, el espíritu de la Navidad los mantenga en completa unión y armonía. Sin embargo, algunas de estas reuniones, lejos de parecerse a las que aparecen en los anuncios de turrón, pueden resultar un foco de conflictos. El despertar de viejas rencillas, la aparición de situaciones incómodas, y los malos entendidos, todo ello, regado con exceso de alcohol, convierten estas cenas en auténticas batallas campales.  

Y es que nadie dijo que, la familia era garantía de buen entendimiento. Pero, ¿cómo podemos lidiar con estos familiares, en una noche tan especial?. Algunos de las situaciones más comunes, que te puede tocar afrontar en una noche como esta, son:

  • Recuerdos eternos. Ese familiar que recuerda todo lo que pasó desde que naciste, y que está dispuesto a usarlo en tu contra. Cualquier momento le parece bueno para echarte en cara, eso que “hiciste”, que “no hiciste”, o que “debiste haber hecho”.
  • Susceptibilidad. Ese familiar que llega con mala actitud a la cena y está dispuesto a saltar ante cualquier comentario o situación que no le guste. Generalmente, suelen advertir de su susceptibilidad con frases como “yo estoy muy tranquilo, pero que no me digan nada porque..”. Se trata de personas que reaccionan mal, porque tienen dificultades para resolver conflictos, pero esto no significa que sean malas personas o que disfruten haciendo daño. Sino que, el problema está en esa manera tan particular que tienen de ver la vida como una gran batalla, en la que tienen que defenderse (“si dejas que te pisen, te pisarán siempre”, “si me provocan, tengo que defenderme”).
  • Críticas. Ese familiar que se pasa la cena buscando todos tus defectos. Puede ser tu aspecto físico (“¡vaya lo que engordaste!”, “¡cómo envejeciste desde la última vez que te vi!”), tu empleo, o tu manera de educar al niño (“ese niño lo tienes muy consentido”, o lo contrario, “es que no le dejas hacer nada”). Siempre encuentra razones para criticar. Suele utilizar descalificaciones, porque considera intolerables los defectos que ve en los demás, y en cierta manera, esto le ayuda a evitar enfocarse en los suyos propios.
  • Sincericidas. Tienen la necesidad de decirte todo lo que piensan, aunque no les hayas preguntado. Siempre dan una opinión negativa y ofensiva, disfrazando su mala educación de sinceridad, con frases como “yo lo digo todo a la cara”.
  • Quejas. Ese familiar que se queja por todo; porque hace mucho frío, porque no para de llover, o porque aún no está lista la cena. Sus temas preferidos durante la cena, son quejas relacionadas con la política o la economía del país. Vive en un rol de víctima, permanente, pues considera que el mundo está en su contra, y necesita compartirlo con otros.
  • Envidia. Ese familiar que no puede evitar poner mala cara cuando alguien logra alcanzar sus metas. Sobre todo, cuando él está aún en proceso de alcanzarlas. Lo que desconoce es que, él también puede lograrlo, y no necesita que a ti te vaya mal, para que él esté mejor.
  • Egocentrismo. Ese familiar al que le encanta hablar de sí mismo y consigue que todas las conversaciones deriven en su propio interés. Tiene mil anécdotas que contar, y siempre logra ser el centro de atención de la mesa.

Pero ¿qué podemos hacer nosotros para convertir esta noche en una feliz velada?:

  • No juegues a ser profesor. A la gente no le gusta que la corrijan o la aleccionen. La cena de Navidad no es el mejor momento para trasmitir un estilo de vida o una manera de pensar. No trates de ayudar a quien no ha pedido ayuda, pues, aunque lo hagas con tus mejores intenciones, posiblemente derivará en conflicto, y te encontrarás con respuestas como “hago lo que quiero, no me vas a decir tú lo que debo o no debo hacer”. Ten en cuenta que, el que quiere aprender, siempre encuentra la manera de hacerlo.
  • No lo lleves todo al terreno personal. Es posible que un comentario, una broma o una actitud de algún familiar, no te guste, pero eso no significa que existe una intención de hacerte daño. No le añadas intención a lo que hacen los demás (“lo hizo para ofenderme”, “se está burlando de mí”), simplemente, exprésale cómo te hace sentir eso que dijo o hizo, de esta manera, le darás la oportunidad de aprender a conocerte. Piensa que, no a todas las personas les ofenden las mismas cosas, y quizás nunca le expresaste qué tipo de cosas te hacían sentir mal, y esa es la razón por la que lo hace.
  • Mantén una actitud asertiva y no agresiva. El fuego no se apaga con fuego. Contratacar cuando nos atacan, no resuelve el problema, sino que lo aviva. Evita reaccionar de manera impulsiva ante las posibles provocaciones, y trata de mostrarte con una actitud más asertiva. Si reaccionas de manera agresiva, la cena puede acabar en una auténtica batalla campal, en cambio si no reaccionas a los que consideras “ataques” de otro, posiblemente aquí se acaben sus provocaciones. Trata de ver estas situaciones como retos que debes superar con éxito, una especie de entrenamiento para tu paciencia, tu tolerancia, y tu comprensión. En algunas ocasiones, llegamos a la cena arrastrando varios problemas sin resolver (en el trabajo, con los hijos, con la pareja) y sólo hace falta una pequeña chispa, para explotar. Si este es tu caso, antes de cargar contra quien no tiene culpa, analiza qué es lo que te tiene así y trata de aparcar esos problemas, durante la cena. Ya retomarás, cuando sea momento de resolver.
  • No juzgues. ¿en alguna ocasión, te sorprendiste juzgando a quien no piensa como tú, o tiene un estilo de vida diferente al tuyo?. Es importante recordar que no todo el mundo debe ser como tú, y que esa diferencia, no es ni mejor, ni peor. No le des un valor positivo o negativo, a los pensamientos o conductas, y dejarás de juzgar.
  • No luches por tener razón. Al tratar de convencer a alguien de algo, el intento de cada uno por defender su punto de vista, hará que las posturas se alejen cada vez más y se vuelvan más radicales. Tratar de llevar la razón es muy desgastante, emocionalmente. Acepta la postura de los demás, aunque no la compartas. Piensa que no existe una razón objetiva, todos tenemos nuestras propias razones, basadas en experiencias pasadas, en nuestros valores, creencias y educación.

Espero que esta publicación te haya servido de ayuda.

Si tienes alguna duda o sugerencia, escríbeme al correo clinicaprincipado@gmail.com

Disfruta de una gran velada de Nochebuena, en la que reine la paz y la armonía, y ¡Felices Fiestas a todos!

Patricia Pereles Montes